Me preguntaron por qué escribo.

Martin, querido, ¿un newsletter? ¡Ahora es reels, snaps, stories papá! Todo a 2x y dale que va. Vos metele a crecer esos followers craneando 15 horas un clip de 3 segundos del drop del track que estás queriendo vender. O sabes qué, metete full a TikTok. Todo menos texto estático, en un blog, por email. No es 1980 flaco, dale.

Ok sí, te concedo que un newsletter suena anacrónico. Pero no lo hago de salmón contra-cultural (va con guión eso?). Nunca tuve opiniones tan claras como para asociarme a ese club. Y entonces, ¿por qué armar un newsletter?

Primero, me reconozco más auténtico atrás de un texto, o de una canción, que de cara a una cámara. Soy lento para pensar, y sólo* así tengo tiempo de encontrar la forma más precisa de transmitir una idea, un historia, un consejo, una impresión, un sentir.

Y segundo, por acá podemos hacer algo que es imposible en tu red social favorita. Acá elegimos, no somos elegidos. Eso no puede pasar desapercibido.

Que elijas leerme periódicamente en lugar de , hoy es más relevante que nunca. Reitero: sin falso orgullo ni pose pretensiosa de dar una pseudo-batalla cultural. El porqué es más llano.

En Instagram, TikTok, etc, yo no puedo llegar a vos. Al menos no directamente. No sin filtros ni intermediarios. Con artilugios y pseudo-ciencia derramada por flojos-de-papeles gurus de YouTube expertos en optimizar sponsors por segundo de video, podría encorsetar mi contenido bajo reglas difusas. Jugar el juego, develar el secreto, y ser elegido por un algoritmo opaco, cambiante y ajeno a mi voluntad. Todo para que por favor se gire, y te elija a vos para mostrarte lo que hice.

Porque el que consume (digamos, Instagram) tampoco elije. Solo ansía, scroll tras scroll, ser elejido como el consumidor ideal de un contenido. Tomá acá tenés este reel. Cortito eh, para que pase fácil. ¿Ese no? Buen tomá dale, ahora chupate este carrousel. Ah y mirá este gatito. ¡Entró ese like! Ok mirá esto entonces, y fijate esto que no tenés. Ahora dale like a este perrito. ¡Muy bien! Mirate esto que seguro te gusta y si clickeas acá lo comprás con descuento.

Y si todo sale “””””bien”””””, si me seleccionan como el mejor postor para tu atención, entonces nuestro encuentro se reduce a un intercambio de (con suerte) 10 segundos de tu vida. Te copto con un contenido rebajado, diluido, adulterado y aderezado que me correspondés con un like, quizás un compartir, y un emoji en tu mejor día.

¿Vale la pena que nos encontremos ahí, así, bajo esas condiciones? Suena, de mínima, incómodo.

Ni vos ni yo somos nuestra mejor versión en esos antros. Ahí andamos manipulados, tergiversados. Algo sedados. Encontremosnos, pero bajo común acuerdo de que si el benevolente algoritmo nos matchea, no vamos a ser realmente nosotros. Sólo un par de caretas en una noche del Armenonville.

En cambio, en el newsletter el juego es otro. Quiero un espacio, un tiempo, para el rapport. Para conocernos, decirnos, contradecirnos, compartirnos, transformarnos. Legítimamente, mostrando más aristas, más grises, texturas y poros, sin maquillaje para el like, el follow, ese microsegundo más de engagement rendido a las métricas.

Me preguntaron por qué escribo.

Para que reclamemos, aunque sea brevemente, la propia elección. Yo elijo escribirte esto, y vos elegís leerme (y contestarme cuando quieras). Y cuando no querés saber más, podés elegir bajarte.

Elijo cada palabra, cada idea que comparto, sin complacer al algoritmo de turno. Mi intención es seguir haciendolo en cada email que te envíe. ¿Sobre qué?

• Reflexiones sobre el proceso creativo: la mentalidad, las trabas que surgen.

• El trabajo en el estudio: tracks en proceso, técnicas de producción, próximos lanzamientos, guías y recomendaciones para productores.

• Tracks de todas las épocas que me volaron la peluca, junto a análisis mega sesudos de sets y tracks de DJs y productores que me gustan.

• El camino de crecer como artista en la industria: sellos, redes sociales, medios, plataformas.

• Y un lugarcito más random para compartir lo que leemos, escuchamos, miramos, usamos y consumimos.